En el siguiente post, te mostramos una selección de piezas íntimas para novia, que te harán sentir cómoda, elegante y sexy durante el día, y también durante la noche de bodas… ¿Preparada?
El encaje, el raso o la seda, son los tejidos estrella en las colecciones de lencería nupcial. Modelos que conjugan de manera sutil, inocencia y sensualidad, en colores como el blanco, el marfil o el rosa palo, protagonista indudable de esta temporada primavera-verano.
Escoger el sujetador adecuado para tu vestido de novia no es tarea fácil. Deberás guiarte principalmente por el tipo de escote que hayas elegido, y buscar una prenda interior que cumpla su función sin hacerse presente. Decántate por piezas de tejidos suaves y confortables, que no marquen, y que se ajusten a tu figura. Lo ideal para los escotes complicados son los sujetadores llamados multi posiciones, con tirantes que podrás orientar según tus necesidades.
Para escotes palabra de honor, decántate por un sujetador sin tirantes. Si quieres realzar el pecho, mejor si lleva foam o espuma, ya que te ofrecerá una óptima sujeción. Es habitual que los vestidos con escote palabra de honor integren en la parte del cuerpo, refuerzos o varillas, por lo que si tu pecho es abundante, podrás decantarte por un sujetador tipo bandeau, con varillas laterales y ultracómodo.
Los corsés son una buena alternativa para modelar tu figura y a la vez sentirte sexy y sugerente. Si eres fan del estilo baby doll, te sentará ideal. Además, es una prenda muy versátil y actual que podrás conservar como fondo de armario. Queda genial con unos jeans, un blazer, unos tacones y alguna joya en strass o pedrería.
Si durante el día has priorizado sentirte cómoda y lucir tu vestido a la perfección, escoge algún otro conjunto para la noche de bodas. No tiene porque ser blanco… En este terreno, todo vale. lo importante es que te sientas sexy y atractiva, pero sin dejar de ser tu misma.
Uno de los complementos íntimos que no podrán faltar en tu boda es la liga. Su uso durante las celebraciones matrimoniales se remonta al siglo XIV, concretamente a las cortes francesas, donde existía la costumbre de obtener un trozo de tela de la novia como símbolo de buena suerte. Por desgracia, las novias terminaban con el vestido hecho añicos y con el tiempo, se idearon estos pequeños complementos para evitarlo.
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